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viernes, 16 de diciembre de 2011

LOS DULCES DE LAS MONJAS DOMINICAS

A veces la vida nos da sorpresas y en esta ocasión envuelta en papel de regalo; en la calle de las Monjas, junto al Llanillo, once monjas dominicas elaboran los mejores dulces para los paladares más selectos, por un pequeño donativo y con ellos se puede subir a la quinta dimensión de los sabores de este mundo.
Como un regalo para esta Navidad, las once monjas que componen la plantilla de las dominicas en Alcalá la Real decidieron que este año, los alcalaínos y todo aquél que quiera, podían degustar sus dulces navideños, con una tradición de cuatro siglos y utilizando los mismos cacharros y todo el saber de aquellas hermanas tan antiguas.
Todo es dulzura al entrar a este convento, Sor Carmen, Sor María Lorenza y Sor María Teresa, ofrecen una sonrisa larga nada más saludarlas, después van desgranando el tipo de dulces: almendrados, patatines, trufas, cordiales, polvorones, roscos y el dulce más tradicional, el bolillo de almendra e higo. Además, dicen la receta de este manjar, el bolillo tiene como ingredientes la almendra, el azúcar, una raspadura de limón, canela y todo ello se cuece en un perol, se le va dando vueltas para que no se pegue y se hace una masa compacta y se deja en una fuente. Más tarde, se deja enfriar y después se va colocando la masa en unos moldes recortados y se le pone cabello de ángel, después se le tapa, se le hace una rajita y más tarde se lustra.
Los dulces de las monjas dominicas alcalaínas son verdaderos delicatessen, las personas que puedan probarlos recibirán en su paladar una fuente de sabores inolvidables. Este año, han decidido ponerlos en funcionamiento, porque la crisis aprieta y con el donativo que puedan darle, podrán cubrir muchos agujeros, podrán vivir durante un mes, según dijo Sor Carmen y podrán pagar todos los ingredientes.
También contó que decidieron poner al alcance de los ciudadanos alcalaínos estos manjares, contando con la colaboración de la Droguería de Trini y del mesón el Barrio, y que ya han gastado 135 kilos de almendras y han elaborado otras tantas cajas de estos dulces.
En un principio los dulces eran regalados para todos sus compromisos, porque era una forma de darle las gracias a muchas personas que en algún momento pasan por el convento y hacen alguna cosa por estas monjas, pero al haber aumentado la plantilla, se han abierto más necesidades y con este trabajo podrán hacer frente a muchas de ellas que la crisis ha traído.

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