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viernes, 25 de febrero de 2011
LAS CENAS DEL ABAD
Un nuevo proyecto turístico se ha puesto en marcha para gestionar la fortaleza de la Mota y en la noche del pasado jueves se realizó una nueva experiencia, poniendo en marcha los llamados 'Paladares del Abad'.
Sobre las 20:30 horas del pasado jueves, llegaron a la iglesia Abacial en la fortaleza de la Mota, llegaron los primeros invitados de esta experiencia, en primer lugar se proyecto el montaje que sobre la fortaleza ha realizado el Centro de Interpretación. Más tarde, estas personas le fueron vendados los ojos y unas manos suaves y seguras les fueron introduciendo en un mundo lleno de sabores, olores, sonidos y con diversos tactos, un lugar mágico oculto a los ojos.
Los comensales no veían nada y voces suaves trataban de incitar a comer, mientras una música medio celestial trataba de sofocar el misterio de no poder lo que se come. Los invitados, poco a poco, iban haciéndose con la nueva situación, a través de sus manos, oídos, nariz y lengua iban dando contenido a su cena. De vez en cuando, un sonido alertaba de algún peligro, pero otras veces era una mano suave la que se posaba en el hombro y daba pequeños y suaves alientos al cuerpo.
Bebieron vino, quizás de Corinto, pan de Alfacar, pollos guisados con especies de oriente, agua de los manantiales de Frailes, pequeños bocados de naranja, mientras les secaban las manos con paños calientes o se oían llenar los vasos de agua y vino.
La música seguía templando el ambiente, una voz se oía diciendo bellos versos, el canto de los pájaros, los sonidos de guerra, la danza del vientre se palpaba en el ambiente; las mentes se esforzaban por imaginar cosas, aunque la oscuridad se abría paso a la imaginación y a veces no.
Después, se oyeron voces ofreciendo muchos artículos: limones de la costa, verduras muy frescas, aromas de orientes, berreos de cabras, y después la armonía reinó y los comensales fueron trasladados, uno a uno, y recibieron masajes en las espaldas y en el cuello.
Al final, se quitaron las caretas y volvieron al lugar que empezaron, la iglesia Abacial los acogía, de nuevo, y la visión volvió a sus ojos.
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