Una de las salidas más importantes al grave paro obrero que había durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo,fue la emigración. Las condiciones de trabajo en el pueblo eran deficientes, sólo algunos pocos escogidos tenían empleo. Los propietarios contrataba, por la mañana en la plaza a los diferentes obreros que necesitaban, escogían a estos entre los más trabajadores y adictos a la causa franquista, o por simpatía. Los demás, que no podían trabajar y no eran escogidos, sufrían el paro estacional y sus familias el hambre. En los años sesenta y un poco antes. Estas familias desarraigadas y pobres buscaron su futuro fuera de la villa. Alemania se abrió como una esperanza, contratos de trabajo venían al sindicato vertical para trabajar en los altos hornos, de basureros, de cartero en la Alemania Federal, pronto varios cientos de fraileros se fueron para allá. Algunos continuaron hasta hace poco tieempo y consiguieron la jubilación, otros solo aguantaron unos meses y con los pocos marcos que ahorraron, volvieron rápido. Los que se quedaron, enviaan todos los meses las divisas al pueblo, su familia recibía una cantidad de marcos anuales y fueron prosperando gracias al sacrificio de estos hombres que venían una vez al año a ver a sus familias. Suiza fue otro de los puntos donde los fraileros pudieron buscar trabajo, los hoteles de invierno acogieron a aprendices de camareros, obreros de la construcción, mujeres para la limpieza. Era un trabajo duro, fuera de la familia y con la nostalgia del pueblo y sus costumbres, pero no hubo más remedio que hacerlo y este trabajo fue uno de los pilares para el desarrollo posterior de Frailes.
Otros fraileros se fueron por temporadas, en 1960 se inició el boom del turismo y las islas Baleares acogieron a muchos de nuestros jóvenes que tomaban la maleta a mediados de abril y volvían en octubre y noviembre, allí aprendieron a ser camareros, cocineros, limpiadores, maleteros y cualquier oficio que se podía hacer en un hotel. Familias enteras iban y venían año tras año, hasta que juntaban un pequeño capital, montaban un negocio o compraba alguna tierra y ya dejaban de ir, pero aún dura este éxodo que ha tenido un desarrollo favorable y de bienestar para numerosas familias. Mallorca, Ibiza, Formentera fueron las islas donde los fraileros encontraro trabajo.
Los obreros del campo encontraron trabajo en la vendimia, manzana y fresa francesa, en el espárrago de Navarra y sobre todo en Cataluña; decenas y decenas de fraileros emigraron a la patria de Jordi Pujol, allí encontraron trabajo y se establecieron para siempre; se hicieron albañiles, pintores, obreros en general y con su trabajo se dignificaron y después volvieron, primero en autobús, más tarde en coche, mezclándose con sus paisanos cada año en las fiestas del pueblo o en las vacaciones estivales.
Uno de los puntos donde más gente marchó, fue a Sevilla; debido a que hijo de don Fermín Medina, el médico y alcalde, llegó a ser director de la fábrica Renault de Sevilla. Don Enrique que era como le llamabámos los fraileros, contribuyó a bajar el paro en Frailes, y cientos de familias emigraron a la ciudad del Guadalquivir para enrolarse en aquella fábrica, allí en la Algaba. Familiares, amigos, numerosas personas lucharon por conseguir una plaza en dicha fábrica y sus hijos pudieron, más tarde, trabajar allí y formaron una colonia amplia que cuando Frailes fue al programa de Canal Sur 'Tal como Somos', nos esperaban en la puerta para recibir el abrazo de su pueblo.
En las vacaciones de Navidad y verano volvían a su pueblo a pasar unos días con los suyos, varios autocares solían traerlos y recibirlos fue una fiesta, pues todos nos volcabamos porque traían ilusión y dinero e iban a pasar unos treinta días con todos nosotros. Después, vinieron en su propio coche Renault; ellos añoran a su patria chica, saludan a sus paisanos, comparten con ellos alegrías y penas, compran aceite, embutidos, vino y vuelven a Sevilla y siempre se muestran orgullosos de su Frailes y de sus gentes.
La campaña de aceituna acaparaba la atención en el trabajo en los meses de diciembre, enero, febrero o marzo e incluso abril, las cuadrillas mandadas por un manijero que era el encargado de buscar a las familias, se desplazaban a los olivares de Martos, Torredonjimeno, Córdoba y otros puntos. Allí, en cortijos en malas condiciones, durmiendo en colchones de paja o de falfolla, seperados entre ellos por cortinas, permanecían durante varios meses. Eran familias enteras cargadas con toda clase de alimentos y utensilios para no tener que hacer mucho gasto y llenaron los campos de olivos y muchos aún siguen yendo. Levant´ndose temprano para hacer un almuerzo de migas, después marchar al tajo hasta las cinco de la tarde y volver al cortijo, donde en una gran lumbre preparaban la cena y descansaban para estar prestos al día siguiente.
La partida de fraileros para buscarse el sustento fuera del municipio, ocasionó una bajada en el número de habitantes, los 3.000 vecinos de etapas anteriores, pronto pasaron a ser 2.500 y poco a poco la población ha ido disminuyendo. Lo importante es que Frailes sigue vivo y a pesar de perder población, el espíritu de la Frailestud sigue en pie.
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