En estos días de jubilo, me levanto temprano para ver como nace el día, me calzo las zapatillas, un pantalón de deporte, una camiseta y salgo a la calle y la fuerza del aire fresco me da en el rostro. Levanto la cabeza, doy pasos firmes, constantes y acompasados y miro la Avenida de Europa que empieza a desperezarse, con gente vestida de amarillo fosforescente que limpia la calle, barre las aceras y prepara Alcalá para una nueva mañana. Miro el escaparate de la libreria, el pequeño bar de la esquina aún no está abierto, ni tampoco la pescadería. Casi no hay nadie y los autos aún llevan las luces encendidas y la bandera del cuartel aún no está en el asta. La peluquería de Juan José está cerrada y en la puerta del bar del Rano hay trabajadores que desayunan una tostada con cafe solo. Sigo por la acera del instituto que en estas fechas celebra la Selectividad por última vez.
El sol va saliendo y alzo mis manos hacia sus rayos y lo invoco como un dios que nos trae calor, mientras dejo atrás el Alfonso XI, y a Fernando Fedriani que estará en un debate con sus alumnos. Después sigo mi camino por la acera hasta llegar frente a la casa de Elena Víboras, junto a la peluquería Chantal que tiene grandes cristaleras y la figura de un hombre y una mujer que 'venden' estabilidad emocional y física.
Para curar la nostalgia, las enfermedades psiquicas, los malos pensamientos, la tristeza y otras tantas vicisitudes humanas, aconsejo andar cada día, desentumecer los músculos, mirar al cielo y extender las manos y los pies. Recibir al sol, andar y andar por estos caminos alcalaínos, de subidas y bajadas, mientras en Onda Cero escucho a Carlos Alsina, o cambio a una emisora con música, harto de oir tantas noticias de la politica nacional.
Para curar la pereza, la angustia, la inseguridad, aconsejo andar despacio y firme, por los caminos alcalaínos del carril-bici o de cualquier otro, seguir mirando al cielo, pensar en cosas alegres y reir 'in mente'.
Me encuentro a gente que también anda, y todos me dicen buenos días cuando apenas ha amanecido y sus caras están contentas y vuelven a sus casas en paz y tranquilidad.
Para combatir el mal rollo, las malas discusiones, el estrés, las penas de la vida, aconsejo andar todas las mañanas y ver salir el sol que nos calienta las espaldas. No hay que hacer mucho gasto: unas zapatillas, un pantalón, una camiseta y andar porque andando se quitan las penas, se cura la angustia y la inseguridad y se vuelve con más ganas de seguir adelante.
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