Cuando entro a mi casa, mi salón me descubre lo que son mis preferencias, las fotos de mi hija de 3 años con dos cerezas en sus orejas. El retrato de mi Alicia que le hice un día tomando cerveza, mis libros, mi mesa de madera y mis sillas. Recorro la casa pequeña, con lo imprescindible: mi dormitorio, mi baño, mis vestidos. Y a veces me tumbo en el sofá y leo mis libros y me encanta pensar en mi vida, en mi hermano Antonio que ahora se ha puesto enfermo, en mi amigo Manolo el Sereno que con 87 años sigue sintiendo y haciendo cosas como si fuese un chaval. En el poeta Antonio Rodríguez, que anoche leyó sus poemas ganadores del premio de poesía Arcipreste de Hita 2011. Y también pienso en mi sobrino Santi que ahora pasa por horas bajas y en personas que conozco y a veces no me saludan o no las saludo yo a ellas, pero todos forman parte de mi entorno. De mi vida que se va situando en la adultez, con achaques físicos y mentales y me digo, hay que seguir adelante, tratar de vencer mis achaques, de seguir siendo persona, con altibajos, con errores, con algún acierto. Ahora hay que ser más activos, con más ganas de hacer cosas, al menos hay que hacerlas porque hay gente que nos necesita, aunque hay otros que nos detesten.
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