Hoy es un día cualquiera del mes de febrero de un año supersticioso. Y la cuesta de enero fue bastante escarpada y la de febrero está siendo dura, para unos más que para otros. Seguimos aquí escondidos entre nuestras pequeñas seguridades y nuestros ambiciosos miedos. Aquí, esperando que las cosas se arreglen. Ayer me preguntaba un amigo que qué podiamos hacer, votar cuando lleguen las elecciones no es la solución me dijo y traté de darle ánios, yo que tan pocos tengo.
Y la vida sigue y una serie de personas, allá en las cumbres, despejados del miedo y llenos de seguridad deciden nuestro futuro y siguen pensando que necesitamos más recortes. Mientras nuestros hospitales se llenan de enfermos que no pueden atender, las calles se llenan de estudiantes que no están conformes con la ley de Educación. Las listas del desempleo se hinchan cada vez más como si tuvieron un estómago insaciable.
Estos gobernantes que tenemos hoy en dia no quieren arreglar nuestras cosas más necesarias porque si quisieran ya las habían arreglado, solo piensan en ellos mismos y cada día nos traen un nuevo escándalo, han gobernado y siguen gobernando como si esto fuese un cortijo pero claro que los hemos dejado hacer a su antojo. Con una monarquía bananera, un gobierno que no nos representa, una oposición que no da soluciones, un poder judicial hecho a medida del gobierno y de la oposición y de los poderosos y unos poderes fácticos que son los que mueven los hilos, dictan sus leyes y nosotros las acatamos.
Así, la vida sigue, como casi siempre, como siempre, como cualquier día de un mes de febrero de un año supersticioso.
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