A mí que no me gusta mucho el juez Garzón por su afán de protagonismo y por haberse convertido en una estrella mediática, me pone los pelos como escarpías, el actual affaire que el Tribunal Supremo le ha montado. El Supremo abre juicio oral y sienta en el banquillo a Garzón por las escuchas del 'caso Gürtel'. El juez suspendido de la Audiencia se enfrenta a un delito de prevaricación por ordenar intervenir las comunicaciones de los cabecillas de la trama en la cárcel.
Y esto parece una de las locuras más importantes que se hayan realizado en todo el tiempo de democracia que llevamos vivido. No sólo no juzgan a los chorizos y delincuentes del caso Gurtel sino que ahora a quién quieren juzgar e inhabilitar es a la persona que los llevó a la cárcel y demostró que eran unos auténticos delincuentes, que han jugado con el dinero público. Mientras el Sr. Camps sigue tan campante en Valencia y los españoles que somos democrátas nos ponemos las manos en la cabeza.
Si esto lo hace el Tribunal Supremo que es la máxima instancia en la Justicia Española que podemos esperar los pobres españolitos de a pie cuando queramos pedir justicia. Esto es el mundo al revés.
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