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lunes, 22 de noviembre de 2010
DOROTEO HIDALGO, UN HOMBRE DE 96 AÑOS
Doroteo Hidalgo, un hombre de 96 años nos da la pauta entre el ayer y hoy. Manifiesta que no hay comparación entre ambos. Es como comparar el infierno con la gloria.
-¿Qué ha sido y es para usted la música?
-La música, yo soy más apasionado que buen músico, reconozco los valores musicales de la gente, pero yo tengo pocos, me ha gustado muchísimo, he luchado mucho por ella, pero no ha sido lo único en mi vida, mi vida ha sido completamente distinta a la música.
-¿Cómo comenzó y aprendió a tocar el violín?
-Fue algo gracioso, me apunté a la banda de música de Alcalá, su director era don Luis de Bernardi, era una eminencia en música, iba de noche a aprender música, porque yo vivía en Charilla y solía venir con otro músico para aprender en Alcalá, a los dos meses, tenía carencias de solfeo, pero había muchos músicos que estaban más atrasados que yo, entonces hice gestiones y pensé que mientras hubiera educandos en Alcalá, no se le daba a las aldeas, entonces aquello me hundió por completo y aquél año, 1928, estuve viniendo a Alcalá a ayudar a un cobrador que se había fastidiado un brazo y le llevaba la bolsa con la calderilla y los recibos y conocía la afición que tenía por la música y le dijeron a mi padre que porque no aprendía a tocar el violín, con el profesor que había venido nuevo. Y claro no se podía estirar mucho porque la vida no estaba muy boyante, pero económicamente estábamos regular porque trabajábamos todos y entonces pedí un cuadernillo de música, por correo, me costó 60 pesetas para pagar en dos mensualidades y también empecé a dar unas clases de violín, pasé del primer curso al tercero, luego al octavo porque el profesor tenía un violín estropeado. En total, estuve unos dos meses recibiendo las clases de violín y el profesor me dio un papel para tocar un chotis y me dijo si podía interpretarlo y a otro día lo hice, me dijo que le dijera a mi padre no viniera más. Total ese fue mi profesor y esas fueron mis clases. Una carrera de ocho años la hice en apenas dos meses.
-¿Cómo eran los bailes de antaño?
-En Charilla había una ciega que venía a aprender las piezas de otro ciego a Alcalá y los dos tocábamos de oído juntos, montamos una orquestilla con violín, guitarra y bandurría y en aquellos tiempos era un lujazo y estuvimos haciendo música para baile unos dos años, luego la pobre se fue a Madrid, yo me uní a otro músico de Charilla y formamos otra orquesta con un hombre que se llamaba Aquilino, me daba papeles, ensayaba con él que tocaba el saxo y estuvimos ensayando un poco tiempo hasta que formamos una orquesta, me fui soltando y seguimos tocando hasta el año 1936, el 18 de julio se acabó la música en este aspecto.
-¿Cómo ve su vida de antes y ahora?
-Eso es una barbaridad, lo que cuente, dirán que exagero, pero no exagero. Para que se haga una idea, nosotros éramos ocho hermanos, mi padre tenía un empleo y ganaba cien pesetas mensuales que en aquél tiempo era un sueldo muy bueno, con tres pesetas diaria era un buen sueldo porque yo los primeros jornales que gané, con diecisiete años, eran de seis reales ( 1’5 pesetas), con cinco años me compró mi padre una esportilla de esparto y le colocamos un ramalillo e íbamos por las mañanas, cuando salían los animales al campo, sobre todo las caballerías, entonces en cada casa había o un burro o un mulo, era imprescindible, con aquella esportilla juntábamos los excrementos de los animales, y veníamos tan contentos con la esportilla, a vaciarla en el corral, para conseguir que le dieran tierra para sembrar hortalizas luego en el otoño, eso da ejemplo de lo que era la vida entonces. Las casas sin agua, sin luz. Sólo en algunas había luz, se pagaba 2’34 pesetas. En Alcalá había tres o cuatro, porque tenían una tiendecilla y algunos medios económicos y tenían un contador y pagaban 4’68 pesetas. La vida como la he vivido, ahora pienso como es posible que en cien años, tengo 96, haya habido un cambio tan grande. Ahora hay colegio para todos los niños, becas de estudio. Esto es pasar del infierno a la gloria. Ahora sería preciso que todo el mundo hubiera visto el mundo de antes, nos quejamos porque somos así pero la vida antes era terrible y los viejos todo el mundo con su pensión, en mis tiempos el que se apuntaba con don Juan Zafra que era el encargado aquí en Alcalá, se apuntaba para el retiro, cobraban trescientas pesetas para una sola vez y para toda su vida cuando cumplía los 65 años y repartía un poquito a la familia y a morir ya. La vida es completamente distinta y ha mejorado muchísimo.
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