Y marchó de aquella casa
y vivía solo,
con su mesa, con sus sillas,
con pocas cosas.
Buscaba entre caminos
las luces al salir el día
y andaba por veredas
sin pensar donde iban.
Alguna vez reflexionó en silencio
pero las horas pasaban
contadas con parsimonia.
Le dio tiempo a escuchar los
latidos de su corazón,
los ruidos de la casa,
las sonrisas del recuerdo
la soledad de sus labios.
Le dio tiempo a escribir
con sus lápices de colores
a mirar fotos de antes
y escuchar viejas canciones.
A veces se acostaba tarde pero
siempre madrugaba y veía
un día tras otro, parecidos
o iguales.
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