FELICIDADES LUIS RAYA

Amigo Luis, has conseguido jubilarte y llegar a la edad madura. Después de tantos años de amistad, hemos seguido siendo amigos y ha sido más o menos difícil, porque dado los pensamientos de uno y de otro, era sintomático que no pasara nada.

Creo que recuerdo la primera vez que te ví, estabas saliendo de la casa de tu tío Miguel y yo estaba en la tienda de mi madre, eras un niño guapo que todos te tocaban, yo no sabía lo qué hacer cuando bajabas por la calle Mesones abajo y llegabas a la pequeña taberna de mi madre, María la Betuna. Eras alegre y caprichoso, cuando pedías un gin-tonic, había que ponerle hielo hasta el borde y servirlo en vaso largo, con limón y todo bien limpio y mi madre no entendía de aquellos formalismos, pero quería atenderte bien y aprendía lo que tú le decías.

Aunque si no dabámos con la tecla, pasabas el mostrador y te lo ponías tú.

Hoy me acuerdo de los días que hemos pasado juntos, cuando ibamos a la feria de Alcalá, me tenías allí todo el día, tomando cerveza fresquita, pero bien fría; y los días que pasamos en Granada, subidos en tu vespa y buscando los lugares donde había cerveza fresquita y papas con huevos; la mayoría de las veces no te podía seguir, porque tú eres muy apretado, pero me chiflaba estar contigo, era como tener un punto de distinción.

Has sido fiel a tus ideas y sigues fiel a las mismas, con tu mano en alto me saludas cuando me ves; con tu generosidad me has ido invitando a tus fiestas familiares y has contado conmigo para muchas cosas. Recuerdo cuando me llamabas y me decías que me subiera a bañarme en tu piscina y tu madre nos traía aquel rico salchichón con cerveza que sabía a cielo. O cuando estabas en el pub, eras ingenioso y siempre te has buscado la vida bien. Ahora, que vamos para viejos, seguimos viéndonos de vez en cuando y esos momentos son emotivos y me gusta vivirlos.

Querido Luis Raya que los dioses del Olimpo te traigan todo lo que tú mereces, que cumplas todos tus sueños y que sigas invitándome a tus encuentros amigables.