Ayer, presenté el libro del poeta Manuel Molina 'La mariposa en el buzón' en la villa de Priego y fue en la casa museo de Niceto Alcalá Zamora, me sentí contento y acogido en aquel lugar, por poder contribuir a un acto cultural y por poder saborear la sensibilidad de Manuel.
Y esto fue lo que dije:
El pasado 23 de febrero, Manuel Molina me envió un wasap y me
lanzó esta pregunta ¿Te gustaría presentar mi libro de haikus en Priego? No me
lo pensé dos veces y le dije, al instante que sí, sin saber las consecuencias
del sí.
Durante este tiempo he leído y he escuchado algunas cosas de
este libro ‘La mariposa en el buzón’. El mismo Manuel ha dicho en una
entrevista que ‘el haiku le acompaña desde hace 15 años y se ha convertido, al
final en un proceso vital, porque de alguna manera incluso intenta pensar en
haiku, la mayoría de las veces no acaba escrito pero lo piensa y es como una
filosofía de vida y dice que el haiku es atrapar el instante y ese instante
puede tener muchas variantes. Respecto al libro, dice que la primera parte es
una reflexión sobre la creatividad, sobre la satisfacción cuando sale bien lo
que se quiere escribir y sobre el sufrimiento cuando no sale. La parte central
va sobre la vida cotidiana y es, también, una exaltación de la semilla de la
vida. La tercera parte del libro, nada más adentrarse en ella, deja claro su
carácter vivencial, una suerte de diálogo existencial, donde como el mejor
Alberti late la paradójica felicidad de sentirse vivo y reflexiona mucho sobre
la existencia.

A Manuel lo conozco desde hace años (1997) cuando coincidimos
en el diario Ideal de Jaén; una especie de conexión nos atrajo, una unión que
él llamó ‘Hilos Rojos’ y que desgranó en el prólogo de mi libro ‘El Frailes de
Michael Jacobs y Manolo el Sereno’. Desde entonces, nos hemos ido encontrando y
conociendo y tengo que decir que lo admiro, porque tiene una sensibilidad
especial para decir cosas y escribirlas.
Lo he seguido por las columnas de
opinión que cada domingo escribe en Ideal Jaén y que resumen la esencia de
asuntos que nos incumben a todos y ha sido valiente, en exponer problemas y
cosas que se hacen mal por partidos políticos, asociaciones o entidades
económicas de gran calado.

Manuel es una persona comprometida y ha dado cuenta de muchos
asuntos de su Priego, de Jaén, de España y el mundo. Y yo, ahora, estoy aquí, a
su lado y no sé qué decir, soy un aprendiz que trato de acercarme a él, a su
obra y a su poesía. Y he venido porque me gusta Priego de Córdoba, viví un año
aquí y porque me gusta Manuel y lo que hace. Priego es bonito, hace unos días paseé
por sus calles y estaban llenas de alegría, de gente que viene y va, de mucha
gente que llena estas aceras de esperanza. Y pienso que Priego es como mi
Frailes y he escrito un libro que se llama ‘La Frailestud’ y que trata de
relacionarse, de compartir, de quitar fronteras y Priego es como Frailes, donde
el que llega no se siente extraño y puede integrarse en el paisaje y practicar
la Prieguestud.
Pues bien, Manuel me envió este libro ‘La mariposa en el
buzón’ y me lo he leído y no soy experto en poesía, ni en haikus, solo sé que
Manuel escribe con el corazón, con maestría, con ilusión, para que la gente
reflexione y piense y tome decisiones. Y leí el prólogo tan especial de Carlos
Santos, destacando en esta obra la imaginación, la sensibilidad y la razón y me
preguntaba ¿Qué podré sacar de estos haikus? Y comencé a leer: La mariposa/tras la ventana abierta/vuela
un poema. Y recordé las palabras que me dijo Manuel: es un libro que habla
en parte de quienes se quedan a tu lado y tú eres de esas personas. Y eso lo he
pensado muchas veces, que hay muy pocas personas que después de todo, se quedan
a nuestro lado. Después de fracasos, de decepciones, de errores, de
deslealtades que alguien se quede a nuestro lado, es como tocar el cielo.

Manuel Molina volvió a Priego para dar un soplido de
compromiso a la cultura, para reunirnos de vez en cuando en la presentación de
alguno de sus libros; para charlar del barroco, o para dar un paseo por esas
calles hermosas, estrechas, llenas de macetas y flores y mirar desde aquel
balcón, el Adarve, y ver la primavera como se acerca.
Manuel en Priego, Manuel en Frailes, Manuel en Cazorla.
Manuel con escritores, con maestros, con poetas. Manuel jugando al pádel,
buscando espárragos, o haciendo unas migas. Manuel enseñando Literatura y su
voz precisa y sus versos han sido colocados en paredes para ser indelebles.
Y seguí leyendo: Versos
y cuerdas/no saben atar solos/la ficción. Y seguí recordando escenas que pasé
con Manuel, con Carolina, paseando por sitios mágicos como la Hoya del
Salograr, donde tratamos de conciliarnos con nuestros espíritus. En las
Jornadas Literarias de Frailes, donde la voz de Manuel siempre es oída con
atención.
Un día, en casa de Manolo el Sereno, encontré su libro
‘Cocina tradicional de Priego de Córdoba’ y el Sereno era tremendo, me elaboró
una comida de las que Manuel describe en esos escritos. Otro día, vine a Priego
para la presentación de su poemario ‘Haikus del olivar’; en otra ocasión, nos
citamos en Almedinilla para conocer su libro ‘Volverás abril’. Y también, volví
a esta ciudad para conocer otro de sus libros ‘Días de perros’.
Manuel Molina tiene una sensibilidad especial, es riguroso,
cumplidor, comprometido, es un maestro que ha enseñado literatura y cultura,
que sabe lo que cuesta un peine, una persona que ama a Priego; que es capaz de
escribir El sol se marcha/con naranjas
amargas/y varias dudas. Y no es perfecto, tiene dudas, reflexiona, escribe,
se aísla, se cabrea, se desilusiona, pero sigue ahí, luchando, tratando de dar
a conocer lo que sabe, buscando nuevas formas de expresarse, de ser
consecuente, pero es difícil, y se plantea abandonar, y a veces lo noto
callado, como ensimismado, ausente, vivo, creativo, acudiendo a muchos sitios,
con talleres, enseñando, aprendiendo y la vida y sus ganas lo van haciendo y no
para de escribir y de generar dudas y de apuntalar en lo que cree.
Manuel,
como todos, sufre, llora, ríe, conversa, escribe, lucha, sueña, ama, desespera,
es valiente, miedoso, enseña, y sigue creando MARIPOSAS que vuelan y hacen cosquillas
en nuestro vientre, mariposas, alondras entre cemento. Manuel sigue yendo a la
‘Fuente del Rey’ para ver las botellas vacías que dejaron olvidadas en el
suelo, sigue denunciando locuras ajenas, acariciando a perros desvalidos, yendo
de plaza en plaza a algunos pueblos enseñando sus haikus y otros poemas.
Manuel que sigas escribiendo columnas en Ideal Jaén, que
sigas haciendo haikus del olivar, de mariposas, o del aceite de oliva, que nos
envuelvas con poemas en las noches, que tu voz siga clamando, que sigamos
paseando para encontrar y conservar el equilibrio de la sencillez, que hagamos
alguna locura juntos, que practiquemos la Frailestud y la compartamos con todo
el que quiera un trozo. Que la red invisible de haikus e hilos rojos nos sigan
atrapando, que Priego, Frailes y muchos pueblos te sigan dando señales inequívocas
y te llamen cada mañana para que le recites al oído tus versos de poeta nacido
en estas tierras de gente hermosa y sencilla que siguen vivos para vivir, para escuchar
y oír a trovadores que como tú hacen canciones y versos y nos elevan como
mariposas a beber el néctar de las flores. Y ahora, demos un abrazo a la poesía
de Manuel Molina y que nos cuente algo más de esta ‘Mariposa en el buzón’. Con
todos vosotros Manuel Molina, el poeta que vibra y hace vibrar con sus
haikus.